I. El ascenso soñado
El Club de Rugby Liceo Francés vivió la pasada temporada un capítulo que quedará marcado en su historia: el ansiado regreso a la División de Honor después de 18 años. Un objetivo que parecía un sueño lejano y que acabó haciéndose realidad tras una campaña prácticamente invicta y una final de infarto, decidida en el último minuto con un ensayo de Gabas que desató la locura en la grada.
Fue un año donde todo encajó. El entrenador, Fernando, lo explica con calma pero con la convicción de quien ha liderado un grupo hacia una gesta colectiva:
“Sin duda ha sido un cúmulo de buenas acciones por parte de todos las que han propiciado el entorno adecuado para conseguirlo. La confianza plena de la directiva en el staff, la confianza de los jugadores en la forma de trabajar y de encarar los partidos, el saber trabajar bien los plazos de la temporada para afrontar cada momento clave con plena confianza, la inmejorable actitud de todos los jugadores para querer mejorar cada semana, la conexión tan buena que hubo dentro del vestuario, la humildad que supo el equipo mantener a pesar de que se sabía capaz de lograrlo y quizás, sobre todo, un espíritu bien trabajado para saber aprovechar hasta la última oportunidad que pudiéramos tener para conseguir un objetivo tan importante para el equipo y para todo el club.”
“Para mí que he vivido estas dos últimas etapas es muy emocionante ver que el esfuerzo de tanta gente durante tanto tiempo ha dado sus frutos”, recuerda con emoción Nacho, capitán veterano. Para él, volver a División de Honor es una alegría enorme, más aún porque lo han logrado con muchos jugadores que vienen de la cantera. Además, también recuerda esfuerzos anteriores: «primero con Carlos, luego con Fernando, juntos hemos logrado formar un grupo sólido donde todos hemos remado hacia la misma dirección. Nos hemos convertido en un equipo muy competitivo, que lo ha dado todo en cada partido. Ese esfuerzo nos ha traído hasta aquí».

Para Pedro, segundo capitán y canterano, la emoción es también muy personal: “Desde niño soñaba con jugar en el primer equipo y dejarme la piel por este escudo. Ganar la final y lograr el ascenso fue un sueño hecho realidad. Y en septiembre cumpliré otro: jugar en División de Honor con mi Liceo”.
El ensayo decisivo lleva la firma de Gabas, aunque él lo interpreta como una obra coral: “Llevábamos semanas preparados para sufrir hasta el final. Cuando recibí la bola estaba convencido de que acabaría en ensayo. Escuchar la grada estallar y a mis compañeros gritar fue indescriptible. Ese instante resume años de sacrificio y de amor por este club”.
Los recién llegados también vivieron el ascenso con intensidad. Tano, fichado la pasada temporada, lo define como “una final perfecta, un mix de factores: jugar en casa, ver a tantos canteranos coronarse y cerrar el año con un ascenso histórico”. Para su compañero Juli, el secreto estuvo en la mentalidad colectiva: “Nunca hablamos de títulos. El entrenador nos hacía pensar solo en el siguiente partido. Así se fue forjando un equipo que sabía lo que quería”.


La emoción también se vive desde la cantera. Cuerda, jugador y entrenador de categorías inferiores en los últimos 9 años, ve en este ascenso un impulso para todo el proyecto: “Sé que tenemos una de las mejores canteras de España (jugadores en todas las categorías de la Selección Española, jugadores en ligas francesas…) y ahora los chicos tienen un primer equipo que les brinda la oportunidad de jugar en la máxima categoría española, un Sub23 importantísimo para el desarrollo del jugador y un espacio para todos los niveles».
Además, es especialmente ilusionante ver cómo jugadores del primer equipo son también entrenadores, como Cuerda, Tano o Marcos López, entre otros. Cuerda, quien tiene un vínculo especial con todos los chicos a los que ha entrenado, entrena con ilusión y contagia lo que es llegar a ese primer equipo. «Creo que el objetivo para todos los chicos del Liceo tiene que ser jugar en el primer equipo; yo sé que tienen potencial para hacerlo, y es cosa de ellos que se atrevan». «Verles debutar en el primer equipo estando en el campo con ellos es algo increíble”.


II. El reto de la División de Honor
El ascenso ya es historia. El presente se llama División de Honor y el reto es mayúsculo. El entrenador Fernando lo resume con claridad:
“Desde el cuerpo técnico entendemos que tenemos una gran responsabilidad. Debemos conseguir la mayor calidad posible en los entrenamientos y preparar al equipo para una auténtica final en cada partido. La ilusión es máxima y la ambición también, queremos saber hasta dónde podemos llegar y la única forma de hacerlo es que el equipo y los jugadores den su mejor versión. Ese es el verdadero reto de la temporada, a partir de ahí que la competición nos ponga donde merezcamos. Queremos ser protagonistas y sabemos que todos, staff, jugadores y directiva, debemos trabajar muy duro.”
La plantilla, mezcla de veteranía y juventud, afronta la temporada con los pies en el suelo y la ilusión intacta. “Nuestro objetivo es competir cada partido, sea cual sea el rival”, señala Nacho. “Sabemos que el nivel es muy alto, pero confiamos en el trabajo del grupo y en la base que nos ha traído hasta aquí. Vamos a preparar bien la temporada para ser competitivos desde el primer día.”.
La juventud aporta energía y ambición. Pedro lo resume con claridad: “Queremos demostrar lo que valemos. Sabemos que no será fácil, pero vamos a jugar con nuestro estilo y a dejar al Liceo lo más arriba posible”. Toran, otro capitán de cantera, piensa en el largo plazo, asentarse “en la categoría y demostrar que podemos competir cada partido sin hacernos pequeños ante ningún rival. Somos un equipo joven y con poca experiencia en la categoría, pero también con ilusión, energía y mucho potencial. Confío en que, con trabajo y compromiso, vamos crecer jornada a jornada y que este sea el inicio de un proyecto sólido que permita a todo el club mirar al futuro con ambición”.
Los fichajes, como Tano, también esperan un Liceo protagonista: “No me imagino un equipo que no intente jugar de igual a igual ante cualquiera”, asegura.
El desafío es enorme, pero el espíritu está intacto. El Liceo Francés ha vuelto a la élite y lo hace con una identidad marcada: cantera, compromiso y ambición.
#AllezLycee
