Tras una década al frente del XV del León, Santiago Santos dejaba el banquillo de la selección española el pasado abril. Unos meses después conversa con www.liceo.com para recordar su pasado liceísta -fue capitán y entrenador del primer equipo en los 80 y 90-. Gracias, Santi
En los ochenta un grupo de jugadores -comandado por Tomi García Menéndez y tú- decidís abandonar el Canoe e integraros en el Liceo. ¿Qué recuerdas de aquella época?
Fue una época muy bonita. Supuso la creación de un nuevo proyecto con mucha gente joven y con mucha ilusión. Fuimos capaces de fusionar lo mejor de los dos grupos que confluimos y supimos construir una nueva identidad sin renunciar a la historia de ambos colectivos.
Hubo mucha generosidad por parte de todo el mundo y enseguida se formó un equipo muy cohesionado. La dinámica que se generó a nivel humano fue muy buena y la amistad y el buen rollo han perdurado en el tiempo. Aun hoy, más de 30 años después de aquello, perduran los estrechos vínculos que se crearon.
La calidad de los recién incorporados se sumó a la de los chicos del Urtubi -como el apertura Paul Mielgo- y pronto llegaron los éxitos: final de Copa del Rey en Pamplona frente a la Santboiana y ascenso a Divisón de Honor, con dos subcampeonatos (tras Getxo) ¿Cómo era ese equipo?
Era un equipo altamente competitivo que llegó a jugar un rugby de mucha calidad. El entrenador durante muchos años fue Jesús Márquez (luego estuvo Pablo Lázaro) y las ideas de juego que queríamos desarrollar estaban inspiradas en el rugby de movimiento de Rene Deleplace y de Pierre Vilepreux.
Fueron años de trabajar mucho en la inteligencia táctica, en la comprensión del juego, en continuidad, en la circulación de jugadores, etc., Hubo momentos realmente bonitos. Yo, personalmente, el mejor recuerdo que tengo con aquel equipo es el de llegar a la Final de la copa del Rey viniendo de jugar en segunda división y eliminar a varios equipos de primera para plantarnos en la Final ante la UE Santboiana. No pudimos ganar, pero recuerdo con mucho cariño aquella edición de la Copa del Rey.
¿Cómo crees que es el estado actual de nuestro deporte en 2023? ¿Seguimos en el rugby ‘social’ que tu jugabas, con cero profesionales y pocos extranjeros, o nos empezamos a aproximar a modelos como el francés?
El rugby en España ha evolucionado mucho, pero todavía estamos lejos de las grandes potencias del rugby mundial. En el lado positivo me gustaría destacar que los clubs cada vez están más fuertes.
Antes los mejores clubs tenían 140 o 160 jugadores, un par de equipos senior, U20, U18 y U16. Ahora hay muchos clubs que tienen más de 500 jugadores y equipos en todas las categorías desde menores de 6 años en adelante. Los clubs cada vez tienen mejor estructura, los entrenadores están subiendo el nivel (aunque debemos seguir mejorando) y cada vez se forma mejor a los jugadores.
En la parte negativa pondría que estamos lejos de la profesionalización. Ni clubs ni federación encuentran la vía para generar ingresos suficientes para crear estructuras realmente profesionales. Hay un problema muy grande en el rugby español para conseguir que los jugadores con talento puedan alcanzar la plenitud de su desarrollo en un entorno óptimo de alto rendimiento. Además, debido a esa falta de recursos y de estructuras adecuadas, los jóvenes con talento suelen abandonar demasiado pronto su dedicación prioritaria al rugby.
Hay demasiados jugadores brillantes que dejan de jugar a los 24-25 años, cuando la plenitud de un jugador de rugby se alcanza por encima de los 30 años. Hay muy pocos jugadores españoles de nivel que priorizan el rugby como algo importante en sus vidas más allá del final de sus estudios universitarios.
Talonador, tercera, a veces tres cuartos. Explica a los que no te conocieron como era el ‘Niño’ jugando.
Efectivamente era un jugador polivalente. Era pequeño por lo que no tenía más remedio que basar mi juego en el dinamismo, la movilidad y la inteligencia. Eso me permitía jugar en varias posiciones y me manejaba bien tanto en las situaciones de combate como en el juego abierto.
Una lesión en el hombro te tuvo apartado durante un tiempo de los terrenos de juego, pero -con duro trabajo- lograste reaparecer con la selección española en Alcobendas ante los All Blacks maorís, cuyo capitán te regaló la camiseta del helecho ¿Qué recuerdas de ese momentazo?
Tuve una rotura del plexo braquial como consecuencia de un accidente de moto y los médicos me dijeron que no volvería a mover el brazo nunca más. Con 24 años era el capitán de la selección española y el rugby era mi prioridad absoluta en la vida. Fue un “palo muy grande”.
Estuve dos años trabajando muy duro para poder recupera el brazo. La rehabilitación fue durísima, sobre todo a nivel psicológico. Suponía un esfuerzo ingente levantarte cada día y luchar desde la mañana a la noche por mover el brazo sin que apenas se pudiera apreciar mejorías inmediatas. Fueron dos años durísimos.
Pero, finalmente, tras muchísimo esfuerzo pude volver a mover el brazo y volver a jugar. Ese partido contra los Maoris supuso para mí la culminación de todo el proceso de rehabilitación. Estar allí, jugando, luchando, placando a jugadores como Wayne Shelford o Zinzan Brooke era un sueño hecho realidad después de que los médicos me hubieran dicho que no volvería a mover el brazo (ni hablar de volver a jugar al rugby). Recuerdo que al finalizar el partido no pude contener la emoción y rompí a llorar al ser consciente de que había conseguido superar esa etapa tan difícil de mi vida.
Con mucho jugador ‘made in Urtubi’, el Liceo entrenado por tu compañero de INEF Carlos Bravo aspira este año a meterse en el Grupo Élite ¿Crees que tenemos posibilidades?
No tengo elementos suficientes para poder valorar adecuadamente las opciones del Liceo. Pero de lo que estoy seguro es de que con trabajo y esfuerzo todas las metas son alcanzables.
La actual estructura del Liceo y el modelo de juego mantiene los principios básicos planteados por Paco Usero en su momento. Tuviste la oportunidad de trabajar con él y conocerle ¿qué influencias dejó en nuestro rugby?
Paco fue, sin lugar a dudas, la persona que más ha contribuido al estudio y al desarrollo de la enseñanza del rugby en España. Sus trabajos sobre cómo organizar los contenidos del rugby, sobre como secuenciarlos, sobre la metodología a aplicar siguen siendo imprescindibles para todos los que quieran ser mejores entrenadores.
Después de más de ocho años viajando y viendo vídeos de partidos de Alemania o Georgia ¿Cómo ha sido tu aterrizaje en la vida diaria tras tu fin de etapa como seleccionador nacional?
Han sido casi 10 años. Han sido años de muchísima intensidad en los que he trabajado a destajo para ayudar a que el rugby español crezca. Ahora estoy en una fase de descanso. Necesito un tiempo para recuperarme y mientras tanto estoy disfrutando de los pequeños placeres de no tener ninguna obligación diaria. Tengo tiempo para mí y para mi familia. Tiempo para pasear, para leer, para hacer ejercicio, para viajar, ….
¿No tienes el mono de volver a sentarte en el banquillo? El Liceo te pilla cerca de Alcalá ¿te animarías a echarnos una mano algún día?
Ahora mismo no. Pero por supuesto que no cierro la puerta a esa posibilidad algún día. Me gusta el rugby, me gusta entrenar, me gusta el Liceo …
Por último, ¿qué aconsejas a los chavales que están entrenando hoy en el Urtubi para que lleguen algún día a aspirar a vestirse la camiseta del XV del León?
Mi consejo es uno que me dieron a mi hace muchísimos años: “no hay gente que sea mejor que otros sino gente que entrena más que otros”. Pueden llegar a donde se propongan si realmente se comprometen en un proceso de auto-exigencia y mejora. Si perseveran en el entrenamiento, si se esfuerzan por mejorar, si buscan la excelencia, si huyen de la auto-complacencia. Trabajar duro para llegar a ser el mejor jugador que puedan llegar a ser y pedir consejo a sus entrenadores para focalizar bien ese trabajo.